Alexandra Cajamarca se gana la vida vendiendo sánduches, ensaladas de frutas, jugos naturales, chocolates y avena, al precio de USD 1 cada uno, a los oficinistas que laboran por el sector de Iñaquito, en el norte de Quito. Lo hace de lunes a viernes, en jornadas que se extienden hasta por 12 horas al día.

Empieza a las 04:30, cuando se levanta a preparar todo para que sus clientes reciban productos frescos y recién elaborados. En ese lapso también alista a sus cinco hijos para que vayan a estudiar. Cuando regresa a su casa, en el norte de la ciudad, aparte de ocuparse de las tareas domésticas también alista los insumos para sus ventas del día siguiente.

Lleva así poco más de tres años. Antes tuvo un trabajo formal en un establecimiento de comida rápida. Pero fue despedida. Sus constantes intentos por encontrar un nuevo empleo en relación de dependencia no dieron frutos.

Las ventas de comida a los oficinistas le permiten mantener a su familia; sin embargo, no cuenta con la protección de la seguridad social ni otros beneficios. Cada semana tiene una jornada laboral de, al menos, unas 60 horas.

Según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), hasta marzo del 2019 el 5% de trabajadores en el sector informal tenía la misma carga horaria que Alexandra.

De manera general, siete de cada 100 trabajadores en el país ejercen labores por más de 60 horas a la semana.

Las actividades de comercio, minero (que incluye el petrolero), de servicios y manufactura son las más propensas a las jornadas extendidas.

El trabajo puede ser extenuante para quienes se dedican a brindar servicio de taxi.

Eduardo Ilivay maneja un vehículo de la Cooperativa Julio Jaramillo, desde las 06:00 hasta las 18:00, de lunes a sábado. El vehículo no es de su propiedad, pero fue contratado para conducirlo.

Por eso, al menos USD 30 de lo que recibe a diario por las carreras va obligatoriamente al dueño de taxi, todo lo demás que genere se lo queda, como una suerte de remuneración.

Pero no todos los días son muy productivos. En ocasiones solo alcanza a reunir la cuota diaria para el dueño del vehículo, puesto que existe mucha competencia, tanto en el taxismo formal como por el servicio que prestan autos particulares a través de aplicaciones móviles.

Eduardo tiene cinco años en este oficio. Al igual que Alexandra, antes tuvo un empleo formal, colocaba productos en las perchas de un supermercado. La falta de opciones para conseguir otro trabajo asalariado lo llevó al taxismo. Eso le permite sostener a su esposa y a su hijo de 8 años.

En la profesión de comunicador social también es frecuente que las jornadas se extiendan más de lo habitual. María (nombre protegido) ha ejercido esta actividad en los últimos nueve años en varias dependencias del sector público.

Por lo diverso de sus tareas es común que durante la semana tenga días con horarios que incluso superan las 12 horas. Cuenta que en una ocasión trabajó 22 horas seguidas, debido a la agenda de actividades de la autoridad para la que trabajó. Cuenta que no siempre le pagaban horas extras.

Según el INEC, el 10% de los empleados formales laboran 60 horas o más. Un informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), publicado en abril pasado, revela que en la actualidad aproximadamente un tercio de la fuerza laboral en el mundo (36,1%) trabaja un número excesivo de horas, superando de forma habitual las 48 horas por semana.

A menudo los trabajadores necesitan hacer horas adicionales para complementar los bajos salarios. Esta situación influye en el rendimiento y salud del trabajador. Es la realidad de una buena proporción de obreros en países en desarrollo, concluye la OIT.

Por 19 años, Carolina Espinosa fue una trabajadora doméstica, la mayor parte del tiempo sirvió “puertas adentro”, es decir, vivía en la misma casa donde laboraba. Tuvo jornadas diarias de 14 horas. No en todos los lugares donde laboró ganó un salario básico, horas extras, ni estuvo afiliada.

Marianela Viteri, presidenta de la Unión Nacional de Trabajadoras del Hogar y Afines (Untha), describe que cada vez disminuye la contratación “puertas adentro” y aumenta el servicio por horas, pero esto reduce sus ingresos. El 46% de empleados domésticos trabaja semanalmente 40 horas.

La estadística oficial muestra que, en promedio, un trabajador asalariado labora 40,7 horas a la semana, un independiente trabaja 36,1 horas, y una persona no remunerada labora 28,5 horas semanales.

 

Fuente: https://www.elcomercio.com/actualidad/trabajadores-horas-laborables-salarios.html